Ha empezado en el mundo judío la fiesta de «Sucot», que dura siete días, del 20 al 27 de septiembre este año. La fiesta de las cabañas, de las tiendas o tabernáculos, de las cosechas, rememorando los cuarenta años que pasaron en el desierto, a la intemperie, alegrándose, pidiendo la lluvia, dando gracias a Dios que cuida de todos mientras todo es efímero.

Los judíos preparan esta fiesta construyendo cabañas o casetas provisionales donde hacen la vida cotidiana, principalmente comer, durante la fiesta. También estudian un tratado talmúdico. Los varones suelen dormir en ella y en ella reciben a sus invitados («ushpizin» en arameo). «En cabañas moraréis durante siete días» (Levítico 23,42). Así, como todo ocurre en ella por un mandato divino, todo queda santificado, el cuerpo entero. Empieza el día 15 del mes séptimo o de Tishrei, cinco días después de Yom Kippur. Los dos primeros días («Yom Tov») son días sagrados, de descanso y restricciones, donde se dicen varias bendiciones en las cenas festivas. Los días intermedios («Jol Hamoed») bendicen el pan y se baila recordando el agua que se llevaba al Templo. El último día es la fiesta de «Shminí Atzeret», que ya no se considera de Sucot, tampoco se trabaja. Se reza «Mi copa rebosa».

Significado de la cabaña

En cada «sucá», cabaña en singular, lo más importante es el techo: debe estar bajo el cielo, suficientemente fuerte para resistir el viento, cubierta por hojas de palmera o bambú o algo natural cortado de su raíz, hecha de ramas o tablas, sencilla y alegre, para recodar su paso por el desierto cuando su pueblo no tenía ni tierra ni una morada firme. Son una representación de lo efímero, de lo que no dura, es inestable, temporal y no se controla, para aprender que todo pasa y confiar del todo en Dios y su protección. Tienen al menos dos paredes y una tercera pared parcial, para que sea correcta, recordando las dificultades sufridas cuando salieron de Egipto hacia la Tierra prometida. Los cristianos recordamos que Dios puso su tienda entre nosotros. Nuestras raíces son judías y eso se aprende principalmente en Tierra Santa.

Estas «sucot» (en plural) se montan al aire libre para poder mirar al cielo y las nubes, signo del cuidado de Dios, cuando protegió a su pueblo en su camino desértico con siete nubes de gloria.

Los invitados

De derecha a izquierda: Abraham, Isaac, Jacob, José, Moisés, Aarón y David

Recuerdan a los siete grandes pastores de Israel: Abraham, Isaac, Jacob, los patriarcas; Moisés y su hermano Aarón, los líderes, y, por último, José y el Rey David, los soberanos, que tenían su casa en tiendas, dejando su tierra. Según la tradición de la cábala, algunos judíos invitan a cenar a todos ellos pero uno es especialmente resaltado cada noche. Le suelen poner una silla y dan a los pobres lo que no comen sus invitados… Por la noche, pues, invitan al espíritu de sus pastores: la primera noche se recuerda a Abraham, que representa la generosidad y el amor; la segunda, Isaac, la dimensión de la moderación o disciplina. La tercera noche le toca a Jacob, que representa la belleza y la verdad; la cuarta noche, Moisés, victoria o resistencia. En la quinta noche el valor es la humildad y empatía personificadas por Aarón; la sexta es la de José representando la conexión y, por último, la séptima noche, la del rey David, se contempla la soberanía y liderazgo.

Más recientemente se ha hecho popular invitar a algunas de sus mujeres, que incluyen a Sara, Raquel, Rebeca, Lea, Miriam, Abigail y Esther.

La cuatro especies

Judíos con las cuatro especies en la mano, el lulav y el cidro.

También en la Torá aparece la religiosidad ligada a la agricultura. «Y el primer día tomaréis para vosotros frutos de árboles hermosos, hojas de palmera y ramas de árboles frondosos, y sauces de río; y os alegraréis delante del Señor vuestro Dios por siete días» (Levítico 23,40). Dios pide que cojan en esta fiesta las primicias de cuatro especies («Arbaat Haminim»), las más perfectos posibles:

el «etrog» (cidro, parecido a un limón, cuya pulpa no se come pero es muy oloroso) con un pitón para que sea puro y tiene que ser hermoso y amarillo, no verde;

«lulav»: rama de palma datilera cerrada y erecta, la más bonita posible;

«hadas»: tres ramas de mirto aromáticas con sus hojas equilibradas, y

«aravá»: dos ramas de sauce de hojas alargadas, de punta fina y tallo rojo.

Cada mañana, al despertar, menos el shabbat, cada uno coge con una mano el «lulav» (el ramo de los tres tipos de hojas toma su nombre de la principal) y el cidro con la otra, y lo agitan en todas las direcciones, donde está Dios, mientras rezan una bendición: «Bendito seas Tú, nuestro Dios, Rey del Universo, que nos santificas con tus mandamientos y nos has mandado coger el «lulav»». También lo agitan en la sinagoga mientras cantan: «Dad gracias al Señor porque es buena, porque es eterna su Misericordia». Como todo lo que se utiliza en ceremonias y mandatos divinos, no debe tirar a la basura cuando acabe la semana de fiesta.

Curiosidades del número siete

Los sabio judíos enseñan que son siete días los días de Sucot como siete son los días de la creación. Siete, también los patriarcas y matriarcas de Israel. Moisés es el séptimo descendiente de Abraham. Siete días de la Pascua (Pesaj). Siete semanas hasta llegar a Shavuot o Pentecostés. La Menorá (el candelabro) tiene siete brazos. Tienen que pasar siete ciclos de siete años para llegar al Jubileo. Hay siete cielos. Siete bendiciones y siete días para una boda. Siete leyes universales. Incluso el séptimo personaje de esta fiesta, David, porque es el séptimo hijo de su padre y estaba casado con Bat Sheva, que significa literalmente «la hija del siete»… Implica plenitud y perfección.

A modo de final

La característica es la alegría y el agradecimiento a Dios por las cosechas y toda su providencia. El ambiente de fiesta significa que la alegría nace de la confianza en Dios. «Y te alegrarás en tu festividad solemne» (Deuteronomio 16). El saludo es «Jag Sucot Sameaj!». La clave, que es un mandato. La memoria se retrotrae hasta el desierto de Egipto. Los elementos, las primicias de las cosechas.

Forma parte de las grandes fiestas de peregrinación, junto a las Pascua y Pentecostés, cuando los judíos varones debían peregrinar a Jerusalén. En el Evangelio de Juan se narra que Jesús fue al Templo durante esta fiesta y el último día dijo: «Si alguno tiene sed, venga a mí y beba» (Jn 7,37) refiriéndose al Espíritu, porque el agua y el espíritu están relacionadas en la tradición bíblica. Jesús vivía su fiestas y tradiciones y por eso las traemos a este espacio.

Película recomendada y accesible

«Ushpizin» (Los invitados): película recomendable para entender mejor cómo festejan un matrimonio pobre de ultraortodoxos y su comunidad la llegada de la fiesta, las especies, los invitados… Sorprendente y divertida. Está disponible en pequeños capítulos con subtítulos en Youtube.