En el programa editorial de “Construyendo Puentes” contemplamos una relación de series, por capítulos, de diferentes contenidos, que favorezcan conocer y amar Tierra Santa desde varios puntos de vista. Así, iremos completando los temas que más nos urgen para hacer por capítulos, por ejemplo, una guía de viaje, un esquema histórico de casi cuatro milenios o los comentarios a lo mejor de nuestra biblioteca.

A lo largo de esta serie que comienza hoy acerca de Por qué peregrinar a Tierra Santa pretendemos acercar a los oyentes las múltiples y variadas razones por las que merece la pena vivir Tierra Santa en primera persona, ponerse en camino, preparar el corazón, elegir la compañía, formarse y diseñar el viaje, dejarse acompañar… y procurarse una actitud de apertura y acogida que permita recibir el don que contiene este destino, tan único, que ofrece una gran promesa para todos.

A modo de introducción permanente, comenzamos con un texto que nos gustaría que iluminara siempre esta comunicación del blog y del pódcast. Mientras no lo perdamos de vista, nuestros contenidos, que nacen del amor y para el amor se ofrecen, tendrán siempre un valor que no nace de nosotros sino del Protagonista con mayúscula que da sentido a Tierra Santa y al mundo entero.

Para enseñarnos a preparar el año 2000, año santo de la Redención, Juan Pablo II escribió en la Bula Incarnationis Mysterium lo siguiente:

“La historia de la salvación tiene en Cristo su punto culminante y su significado supremo. El nacimiento de Jesús en Belén no es un hecho que se pueda relegar al pasado. En efecto, ante Él se sitúa la historia humana entera; nuestro hoy y el futuro del mundo son iluminados por su presencia. Jesús es la verdadera novedad que supera todas las expectativas de la humanidad y así será siempre, a través de la sucesión de las diversas épocas históricas. La encarnación del Hijo de Dios y la salvación que Él ha realizado con su muerte y resurrección son, pues, el verdadero criterio para juzgar la realidad temporal y todo proyecto encaminado a hacer la vida del hombre cada vez más humana”.

Decálogo de una peregrinación a Tierra Santa, por don Jesús de las Heras (2005).