Hoy, día 29, Cristina Ansorena, desde Éfeso (Turquía) en directo, nos cuenta lo que ha encontrado allí de lo que se dice que fue la casa de la Virgen con el apóstol Juan, lugar de peregrinación de cristianos y musulmanes, como Belén. Este santuario ha sido visitado por León XIII, Pablo VI, Juan Pablo II y Benedicto XVI.

Debido a los libros publicados sobre las visiones de Anna Catalina Emmerick sobre la vida de Jesús y su Madre, de los Santos y del misterio de Dios, en 1891 unos sacerdotes de la Congregación para la Misión creyeron haber encontrado la casa en la que la Virgen vivió con el apóstol Juan, y la Iglesia le concedió el título de santuario, aunque nunca se ha pronunciado sobre la autenticidad de la casa por falta de evidencia aceptable ni puede pronunciarse sobre revelaciones privadas.

Son más de 40 volúmenes con escenas muy detalladas, muy vivas y gráficas, de lugares donde nunca estuvo esta monja agustina del siglo XVIII/XIX, mística y escritora alemana.. Fue beatificada en el 2004, por su santidad, no por sus visiones. La película de La Pasión de Cristo de Mel Gibson basó muchas de sus escenas en estas descripciones de la beata.

Se trata de una pequeña iglesita del siglo XIII con restos del siglo VI, restaurada en 1950. Juan Pablo II empezó su homilía diciendo: “Con el corazón desbordado de profunda emoción” mientras hablaba, efectivamente, de cuando la Iglesia reunida en Concilio en el año 431, reconoció oficialmente a la Virgen María el título de Theotokos, Madre de Dios. Leería entera esta conmovedora homilía del 30 de noviembre de 1979, pero me conformo con recomendárosla porque está especialmente inspirada.

Benedicto XVI, también en su homilía del 29 de noviembre 2006, dijo aquí que se estableció este vínculo nuevo entre la Madre y el discípulo Juan. «De este modo, quedan unidas de manera indisoluble la maternidad divina y la maternidad eclesial. Y la Virgen María, Madre de Cristo y de la Iglesia, es la Madre de ese misterio de unidad que Cristo y la Iglesia representan inseparablemente y construyen en el mundo y a lo largo de la historia.

Desde este extremo de la península de Anatolia, puente natural entre continentes, invocamos paz y reconciliación ante todo para quienes viven en la Tierra que llamamos «santa», y que así es considerada  por los cristianos, los judíos y los musulmanes:  es la tierra de Abraham, de Isaac y de Jacob, destinada a albergar un pueblo que llegara a ser bendición para todas las naciones (cf. Gn 12, 1-3)».

La pequeña comunidad cristiana en Turquía atraviesa no pocos desafíos así que también la unimos a nuestra oración por Tierra Santa.