El rey Herodes Antipas, san Juan Bautista y sus discípulos, la pérfida Herodías, Salomé, la bailarina seductora, todos ellos personajes dignos de una historia inquietante de un banquete entre poderosos que narran los evangelios. Poco presente en las peregrinaciones a Tierra Santa, Sebastia (Samaria) guarda la tradición cuya memoria celebra la Iglesia el 29 de agosto.

Jesús mismo dijo de él que “entre todos los hombres, ninguno ha sido más grande que Juan el Bautista” (Mt 11,11) pero esta vez el propósito no es presentar a este personaje gigante sino hablar de los hechos y lugares de su muerte y sepultura. También celebramos su nacimiento el 24 de junio, seis meses antes de la Navidad, porque el arcángel Gabriel anuncia a María que Isabel ya estaba embarazada de seis meses.

Fue el precursor de Jesús, hijo de Isabel, la pariente de la Virgen, y Zacarías, sacerdote del Templo de Jerusalén, que vivían en Ain Karem, en los alrededores de la Ciudad Santa. Bautizó a Jesús en el Jordán, era “una voz que clamaba en el desierto”, llevaba un manto de pelo de camello, un cinturón de cuero y se alimentaba de saltamontes y miel silvestre. Su predicación tiene protagonismo en el Nuevo Testamento y su vida y misión están íntima ligadas con la de Jesús.

Circunstancias de su martirio

El Evangelio dice que san Juan reprobaba el matrimonio de Herodes Antipas con Herodías porque era mujer de su hermano Felipe, del que se había divorciado. Por las denuncias públicas del profeta y la insistencia de Herodías, lo tenía encerrado en un calabozo sin matarle por temor a las protestas del pueblo. A Herodes Antipas, que pensaba que san Juan había resucitado, le caía bien porque le gustaban las historias de este personaje extravagante y pintoresco y le tenía por un hombre “recto y sagrado”.

Para su cumpleaños, antes de Pascua, ofreció una gran fiesta, de las que duraban unos días, para las altas esferas de Galilea, de donde era tetrarca. En ella la hija de Herodías, Salomé, bailó una danza extraordinaria que agradó tanto a sus invitados, todos hombres, que en público Herodes le prometió cualquier cosa que le pidiera como agradecimiento, aunque fuera la mitad de su reino. Salió ella de la estancia para consultar a su madre y entró pidiendo la cabeza de Juan el Bautista en una bandeja de plata. Aunque entristecido, mandó decapitar al profeta por la promesa que había hecho. Y Salomé entregó a su madre el nuevo trofeo. Por fin Herodías obtenía lo que quería. Los discípulos de san Juan se llevaron su cuerpo y lo enterraron. (Mc 6,17-29, Mt 14,3-12). Cuando Jesús recibió la noticia, se retiró a orar.

Los Herodes

A Herodes el Grande le conocemos como el responsable de la Matanza de los Inocentes y causante de la Huida a Egipto de la Sagrada Familia, además de restaurar el Segundo Templo en Jerusalén y toda suerte de edificios monumentales de que plagó Palestina. A su hijo, Herodes Antipas, porque contrajo un matrimonio escandaloso, porque es el Herodes de la Pasión de Jesús y porque hizo una alianza secreta con los partos contra Roma. Por ello fue deportado junto a su insistente mujer por Calígula, recién nombrado emperador, y murió en el exilio de Hispania como un traidor ambicioso. San Lucas nos narra en la Pasión que Jesús ni le contestó a este rey que quería ver un milagro. Entonces el rey le trató con desprecio y sus soldados le vistieron con ropas lujosas para burlarse antes de devolverlo a Pilatos. “Aquel día se hicieron amigos Pilatos y Herodes, que antes era enemigos”.

Sebastia, la antigua Samaria

Sebastia, antigua Samaria

En árabe Sebastiya, en el 25 a.C. fue renombrada por Herodes el Grande, en griego significa “augusta=sebastos”, población palestina cerca de Nablus (Sichem del Evangelio) es la antigua Samaria y guarda la memoria del lugar donde fue enterrado san Juan Bautista, según la tradición cristiana del siglo IV, porque allí estaba la tumba de Elisius, discípulo de Elías, y porque su verdugo, Herodes Antipas, no tenía jurisdicción sobre estas tierras, en manos de su hermano Arquelao. Herodes el Grande, fundador de la dinastía, grandísimo arquitecto como hemos dicho, la agrandó y llevó seis mil nuevos habitantes, construyó una gran palacio y estructuras paralelas y celebró allí una de sus bodas.

Hoy no llega a tres mil habitantes árabes dedicados al comercio y la agricultura en Cisjordania. Era de mayoría cristiana hasta mediados del siglo XX. Tiene un teatro romano, un foro, yacimientos arqueológicos importantes y ruinas de la ciudad antigua.

Tuve ocasión de conocer Sebastia de la mano del arqueólogo Pietro Kaswalder, de la Custodia franciscana, tristemente desaparecido, en una excusión propuesta tras el Congreso de Comisarios de Tierra Santa a la que fui invitada en 2012. Después de subir al Monte Garizín y visitar el Pozo de Jacob en Nablus, pudimos recorrer la ciudad y descender hasta la estancia donde reposan los restos de san Juan Bautista en el lugar que custodia el santuario bizantino dedicado a él que se construyó sobre su tumba. Más tarde, en 1160, los cruzados hicieron una basílica monumental, de las más grandes de Tierra Santa, de estilo borgoñón, que Saladino convirtió en mezquita que da lugar en la actualidad a la Mezquita de Nabi Yahya, del Profeta Juan, en la plaza central del pueblo. Los musulmanes veneran a san Juan y lo reconocen como profeta.

Cúpula de la tumba de san Juan Bautista
Restos de la basílica cruzada
Sala cruzada que ahora es espacio cultural desde 2018

A la sepultura en una cámara cuadrada se accede a través de una escalera desde un pequeño edificio con cúpula. Es un lugar desnudo, sin apenas decoración, húmedo y oscuro, que había visto pasar los siglos entre la veneración cristiana y musulmana.

Escalera de acceso

Algunos estudiosos sitúan la fiesta de Herodes Antipas en la misma Sebastia pero es más probable que ocurriera en otro lugar. Cuando yo estuve se acababa de descubrir la “gran sala de los cruzados”, dedicada a espacio cultural para talleres, exposiciones y proyecciones multimedia desde 2018. Entonces se descubrieron parte de un acueducto romano y murallas de la ciudad bizantina. Fruto de la reurbanización y restauración, también pude visitar una nueva casa deliciosa para huéspedes que pone en valor el proyecto de conservación del patrimonio arqueológico, histórico y cultural palestinos.

Restos romanos explicados por Carla Benelli

¿Dónde bailó la desvergonzada Salomé?

En la fortaleza de Maqueronte (actual Jordania, en las montañas de Moab, al otro lado del Mar Muerto, al este del Jordán), reconstruida por el rey Herodes el Grande, pudieron ocurrir los hechos que narra el Evangelio. Sus aguas termales la hacían muy golosa para sus dolencias renales y gangrena y las cisternas de agua potable, además del arsenal de armas, la despensa de los víveres, etc. que construyó este rey, la convirtieron en un fabuloso palacio de verano donde su hijo, Herodes Antipas, podía agasajar a sus invitados. Había heredado de su padre el gobierno de esa región como tetrarca de Galilea y Perea.

Historia del lugar

En torno al año 90 a.C. el rey asmoneo Alejandro Janneo construyó esta ciudadela en medio del desierto, en un enclave magnífico. Servía estupendamente como fortificación defensiva porque se veía Jerusalén y los fuegos podían avisar del ejército enemigo si se acercaba por el este a la Ciudad Santa. Flavio Josefo nos cuenta en Antigüedades Judías (Libro 18, cap.5,2) que san Juan fue llevado a Maqueronte encadenado y fue condenado a muerte y Lucilio Baso, legado y gobernador militar romano, da fe de que fue destruida por la Décima Legión en la primera Guerra romano-judía (66-73 d.C.). Una excavación arqueológica húngara descubrió recientemente una gran mikve, piscina para el baño ritual, de tiempos del rey Herodes. En la actualidad se observan los restos del Palacio cuyas paredes algunas están intactas, con columnas dóricas y jónicas, torres, acueducto, además de mosaicos, monedas asmoneas y romanas, cerámica… y los restos de una iglesia bizantina descubierta en 1807.