¡Muchas felicidades! Esta fiesta de hoy de la Asunción de la Virgen se conmemora en dos lugares en Jerusalén: la Abadía de la Dormición de la Virgen en el Monte Sión y la Tumba de la Virgen a los pies del Monte de los Olivos. Ambas muestran la tradición oriental por la que la Virgen María murió en el Monte Sión donde vivía y fue traslada al Valle de Josafat para ser enterrada en una tumba, que también está vacía.

Abadía de la Dormición de la Virgen

La primera se halla en el lugar llamado Monte Sión cristiano, consagrada en 1910, por iniciativa de los católicos alemanes, como abadía benedictina. Es destino habitual de las peregrinaciones el día que se visita el Cenáculo y San Pedro in Galicanto.

Con un campanario exento y una gran bóveda de color negro se reconoce muy fácilmente. La planta principal, coronada por un ábside semicircular con bellos mosaicos, llevan a la cripta donde una Virgen yacente durmiendo permite hacer memoria de la fiesta de hoy. Su cielorraso representa en mosaico a Jesús en el centro y alrededor, figuras de las grandes mujeres de la Biblia. Es un sitio precioso.

Abadía de la Dormición de Jerusalén en el Monte Sión
Interior de la Abadía de la Dormición. Planta principal.
Cielorraso sobre la Virgen durmiente. En la cripta.

En este lugar desde el siglo I había existido una iglesia perteneciente a los cristianos de origen judío llamada “Iglesia de los Apóstoles”.

En el año 387 Juan II, obispo de Jerusalén, consagra la Hagia Sion, la “Santa Sión, la madre de todas las iglesias”, una basílica de proporciones enormes que incluía el lugar de la Última Cena y de Pentecostés además de el lugar de la Dormición de la Virgen en la parte septentrional. Fue construida por el emperador Teodosio el Grande. 

Pero en la invasión persa del 614 de Cosroes II fue parcialmente destruida, después reparada por el monje Modesto, nombrado Patriarca de Jesusalén, en el año 633, y finalmente, iniciada la islamización con la caída de la ciudad en el 638 en manos de los musulmanes, fue destruida en 1009 por el califa de Egipto. También fue destruida en 1187 la basílica de Santa María del Monte Sión que construyeron los cruzados en su lugar. Así es la historia de Jerusalén.

Tumba de la Virgen

Fachada cruzada de la Tumba de la Virgen

La Tumba de la Virgen, compartida por los ortodoxos -griegos, armenios, sirios y coptos-, es la iglesia más antigua de Jerusalén (siglo IV), aunque su sobria fachada es cruzada (1099), cuando se instaló una comunidad de benedictinos. Se visita cuando los peregrinos tienen oportunidad de adentrarse en la Basílica de Getsemaní, el jardín del Huerto y la gruta del prendimiento en la falda del Monte de los Olivos. 

Se accede bajando una larga escalinata donde están sepultadas las reinas de Jerusalén, a la derecha, la reina Melisenda. Sus esposos eran enterrados en la Basílica del Santo Sepulcro y ellas tenían el privilegio de hacerlo en la Tumba de la Madre. También tiene un mihrab indicando la dirección de la Meca, haciendo el lugar santo para musulmanes, porque Mahoma vio una luz sobre la tumba de María en su viaje nocturno a Jerusalén.

Portada de la cámara sepulcral de la Tumba de la Virgen

Abajo, aislada, se halla la pequeña cámara sepulcral donde está al descubierto el banco excavado en la roca, debajo del altar, donde se puso el cuerpo de la Virgen. A lo largo de los siglos los “devotos” peregrinos han ido horadando la roca, dejándola muy irregular. Detrás del edículo se encuentra el icono de la Virgen de Jerusalén, cuya devoción está muy extendida en la ciudad.

Interior de la Tumba de la Virgen. Banco irregular.
Icono de la Virgen de Jerusalén. Se sitúa detrás de la cámara sepulcral.

La Dormición (koimesis) de la Virgen María tiene origen bizantino. La Solemnidad de la Asunción del 15 de agosto se celebró en la Iglesia oriental desde el siglo VI. La primera iconografía se documenta hacia finales del siglo X. Pero el conjunto de escritos apócrifos y leyendas orales nacen por lo menos en el siglo IV: homilías, himnos, exégesis y comentarios de Padres y Doctores de la Iglesia, predicadores, filósofos, teólogos y liturgistas de la Iglesia oriental. 

En Occidente es llamada Asunción a partir del siglo IX. Es una de las doce Grandes Fiestas Litúrgicas anuales en la Iglesia greco-oriental. Fue establecida por el emperador Mauricio en el año 600 d.C. En esta tradición ortodoxa oriental este misterio de la vida de la Virgen se define más litúrgica y místicamente. En la Iglesia católica, en cambio, se define con la autoridad del dogma en el año 1950, Pio XII en la constitución apostólica Munificentissimus Deus: “María, la Madre de Dios Inmaculada y siempre Virgen, después de haber llegado al término de su vida terrenal, ha sido elevada en alma y cuerpo a la gloria celestial”. Así quedaba establecido el cuarto dogma mariano.

Detalle del icono de la Virgen de Jerusalén

Para estudiar la tradición oriental, existen tres escritos apócrifos sobre la muerte de la Virgen: ante todo, el Tratado de San Juan el Teólogo sobre la dormición de la Santa Madre de Dios (siglo IV); el segundo apócrifo es Dormición de Nuestra Señora, Madre de Dios y siempre Virgen María, escrita por Juan, arzobispo de Tesalónica (siglo VII); el tercero, el mucho más tardío y ecléctico, De transitu Beatae Mariae Virginis, narración derivada de los dos anteriores, escrita por el Pseudo José de Arimatea. 

San Juan Damasceno, para zanjar la hipótesis de que la tumba de María estuviera en Éfeso según alguna tradición, cuenta: “San Juvenal, obispo de Jerusalén, en el Concilio de Calcedonia (451), dio a conocer al Emperador Marciano y Pulqueria, quienes deseaban poseer el cuerpo de la Madre de Dios, que María murió en presencia de todos los Apóstoles, pero que su tumba, cuando se abrió a pedido de Santo Tomás, se encontró vacía; de donde los Apóstoles concluyeron que el cuerpo fue llevado al cielo”.

Los iconos de la Dormición, tan queridos en Oriente, donde Cristo sostiene el alma de su Madre en sus brazos como un bebé fajado, son un canto a la victoria de Cristo sobre la muerte por la que el cuerpo de María es el primero en entrar en la gloria de Dios, anunciándonos la promesa de la resurrección de nuestros cuerpos al final de los tiempos. Esta es nuestra esperanza y, por ello, hoy es una fiesta muy grande.

Himno de la Asunción: “Recibe junto a ti, oh Padre bueno, el alma de mi Madre bendita, aquella que ha recibido en sí a tu Hijo Unigénito en el mundo. Recibe a tu Templo Santo, que ha sido morada de tu Santo Espíritu. Recibe, oh Padre bueno, la zarza que ha llevado en sí el fuego de tu divinidad y no se ha consumido”. Amén.

Escucha nuestro pódcast sobre la Dormición de la Virgen de Carles Seguí Pou (6’14»).

¡Un fuerte abrazo de fiesta!

Imagen de la Virgen durmiente en la cripta de la Abadía de la Dormición de Jerusalén