Capilla de Santa Elena
Capilla de Santa Elena engalanada para la solemnidad © Concettina Kim

In Inventione Sanctae Crucis

Signo del cristianismo por excelencia, la cruz pasó de ser suplicio ignominioso a ser la prueba de la entrega total de Jesús para la salvación de la humanidad. De instrumento de tortura, a la gloria del cristiano. Árbol del paraíso del pecado de Adán frente al Árbol verde de la vida eterna. Leño seco de la muerte que requería el santo madero de esperanza de la resurrección, de la victoria sobre el pecado y la muerte. O Crux ave, spes unica, como canta el himno Vexilla Regis.

La crucifixión era extraña a la Ley Judía que prohibía el uso de instrumentos afilados para infligir la muerte; su costumbre para aplicar la pena capital eran la lapidación y la horca y solo contemplaba el madero como deshonra pública. Afirmar una tal muerte no podía ser signo sino del misterio pascual y por ello la usaban para bendecir, signarse con ella y grabarla en las entradas de los edificios, como sucede hasta nuestros días. San Cirilo de Alejandría responde al emperador Juliano el Apóstata (361-363) que el “leño saludable” permite hacer memoria de la muerte salvadora del Redentor. Su culto ya estará consolidado a mediados del siglo IV. El Hallazgo está unido a la historia de la emperatriz santa Elena, en 326, tal y como comentamos en este artículo, “La emperatriz de la Cruz”.

En Occidente, en el Missale Romanum anterior a 1962, además de Viernes Santo, existen dos grandes fiestas de la Cruz: el Hallazgo o Invención (de “inventario”) el 3 de mayo, y la Exaltación, el 14 de septiembre. Como en 1955 el papa Pío XII instituyera la fiesta de san José Obrero el 1 de mayo para cristianizar la fiesta del trabajo, tuvieron que trasladar la fiesta de Santiago el Menor, obispo de Jerusalén y patrono de la diócesis, al 3 de mayo. En 1969 la reforma litúrgica prohibió las fiestas dobles y en Jerusalén eligieron como fiesta de la Santa Cruz la de la Exaltación, el 14 de septiembre.

Así que en Jerusalén la fiesta del Hallazgo, en lugar del 3 de mayo, se celebra el 7 de mayo como celebración particular porque la hacen remontar al día de la Apparitio Crucis el 7 de mayo de 351, cuya memoria al pasar a Occidente se enlazó a la invención de la Cruz y quizá se fijó por error de lectura el 3 de mayo. Se eliminó del calendario general en 1969 aunque las iglesias orientales han hecho siempre memoria de este hecho extraordinario. Esta fecha, además, permitía celebrarse en tiempo Pascual uniendo el misterio de la cruz al de la resurrección.

Apareció una gran Cruz luminosa

El hecho extraordinario que sucedió en la mañana del 7 de mayo de 351 fue que apareció una Cruz luminosa en el cielo de Jerusalén que brillaba más que el sol, coincidiendo con la fiesta de Pentecostés, y que duró unas cuantas horas y todos la pudieron ver pues se extendía unas dos millas.

San Cirilo de Jerusalén lo relata así en una carta de ese mismo año al hijo de Constantino I el Grande, Constancio II:

“En estos días santos de la Pascua, el siete de mayo, sobre la hora tercia, una enorme cruz luminosa apareció en el cielo, sobre el santo monte del Gólgota, y se extendía hasta el Monte de los Olivos. No fue revelada únicamente a una o dos personas sino que apareció inequívocamente a todos en la ciudad. Toda la ciudad, golpeada con un temor reverencial templado de alegría, corrió inmediatamente a la iglesia, jóvenes y viejos, cristianos y paganos, ciudadanos y extraños, todos con una sola voz alabando a nuestro Señor Jesucristo, el único Hijo de Dios, el hacedor de milagros; encontrando por experiencia la verdad de la doctrina cristiana, de la cual el cielo da testimonio”.

Fue ocasión de conversión de muchos judíos y paganos, como afirma el historiador Sócrates, además de vuelta a la fe católica de muchos arrianos, herejía que mantenía dividido al Cuerpo de la Iglesia. Los historiadores de la época, incluidos Sozomen, Teófanes, Eutiquio, Juan de Niza, Glycas, también reportan este signo imponente y formidable.

Altar de Santa María Magdalena © Concettina Kim

Celebración actual en Jerusalén

La celebración ha empezado de víspera con la entrada solemne del Custodio de Tierra Santa, recientemente reelegido para un nuevo trienio, en la Basílica del Santo Sepulcro para la procesión diaria, las Vísperas solemnes y la oración nocturna en la Capilla de Santa Elena. Hoy terminará con la Santa Misa solemne, la procesión al Edículo del Santo Sepulcro, con sus tres vueltas tradicionales, repique de campanas, ornamentos de solemnidad, canto del Te Deum, incienso y adoración y triple bendición final en el Edículo, en el altar de María Magdalena y en la capilla de la Aparición de Jesús a su madre. Todo con el relicario del Lignum Crucis que se guarda habitualmente en el convento de San Salvador, sede de la Custodia franciscana.

Por deseo de San Francisco los miembros de su Orden elevan esta oración cada día durante su oración comunitaria en el templo: “Te adoramos, Santísimo Señor Jesucristo, aquí y en todas las iglesias del mundo; y te bendecimos, pues por tu Santa Cruz redimiste al mundo”.

Crónica de la celebración de 2022 de Filippo De Grazia con 34 fotografías.

Procesión cotidiana en la Basílica del Santo Sepulcro © Concettina Kim

Himno “Vexilla Regis Prodeunt”

Este Himno, integrado al misal romano, es el himno tradicional de la Semana de Pasión. Se canta el Viernes Santo, en las fiestas de la Santa Cruz y cada vez que hay una procesión con el Lignum Crucis. Compuesto por Venancio Fortunato, poeta italiano, luego obispo de Poitiers del siglo VI, también autor del Pange Lingua Gloriosi, entre otros. Fue declarado santo.

Y se cantó por primera vez el 19 de noviembre del año 569 con motivo de la traslación de una reliquia de la Vera Cruz desde Jerusalén, pasando por Tours, al monasterio de la Santa Cruz de Poitiers. Ocurrió gracias a Santa Radegunda (520-587), reina de los Francos en la época merovingia, que funda en el 552 la Abadía de Nuestra Señora en Poitiers, el primer monasterio femenino de la Galia, huyendo de su malvado marido, el rey Clotario. Ella pidió al Emperador de Constantinopla, Justino II, que enviara a la Abadía cinco fragmentos de la Vera Cruz en 567 para formar una cruz patriarcal. Fue declarada santa por aclamación popular.

Dante se refiere a este himno en el Infierno de la Divina Comedia.

El himno también fue elegido por el ejército católico y real, que lo cantaba antes de las batallas, en la Guerra de la Vendée contra los republicanos de la Revolución francesa que causó más de 200.000 muertes en sus cinco batallas. Página de martirio y honor de la Francia católica.

Se canta el misterio de la Cruz gloriosa como árbol de la vida y como estandarte imperial porque es fuente de Resurrección y vida eterna.

El saludo «O Crux ave, spes unica» (Salve, oh cruz, nuestra única esperanza) es frecuente en cruceros, calvarios, tumbas e incluso sagrarios, como el de la iglesia de Lázaro, Marta y María en Betania.

Relicario Poitiers
Relicario del Lignum Crucis de Poitiers
Vexilla Regis

Himno latino que se canta durante la Vigilia de Jueves Santo de Getsemaní y su traducción

Vexilla Regis prodeunt;

fulget crucis mysterium

quo carne carnis conditor

suspensus es patibulo.

Confixa clavis vísceras

tendens manus, vestigia,

redemptionis gratia

hic immolata es hostia.

Quo vulneratus insuper

mucrone diro lanceae,

ut nos lavaret crimine,

manavit unda y sanguine.

Impleta sunt quae concinit

David fideli carmín,

dicendo nationibus:

regnavit a ligno Deus.

Arbor decora y fulgida,

púrpura ornata regis

electa digno stipite

tam sancta membrana tangere.

Beata, cuius brachiis

pretium pependit saeculi:

Statera facta corporis,

praedam tulitque tartari.

Fundis aroma cortice,

vincis sapore néctar,

iucunda fructu fertili

plaudis triumpho nobili.

Salvo, ara, salvo, victima,

de passionis gloria,

qua vita mortem perturba

y murió vitam reddidit.

O Crux ave, spes unica,

hoc Passionis tempore!

piis adauge gratiam,

riesgo de delincuencia.

Te, fons salutis Trinitas,

collaudet omnis spiritus:

quos per Crucis mysterium

salvas, fove per saecula. Amen.

Traducción

Avanzan los estandartes del Rey: fulge el misterio de la Cruz,

por el que la vida venció a la muerte y por la muerte se extendió la vida.

Del costado herido por el hierro cruel de la lanza,

para lavar nuestras manchas, manó agua y sangre.

Cumpliéronse entonces los fieles oráculos de David,

cuando dijo a las naciones: «Reinará Dios desde el madero».

Árbol hermoso y brillante, adornado por púrpura real,

tú fuiste llamado en tu noble tronco a tocar miembros tan santos.

Dichosa tú, en cuyos brazos colgó el precio del mundo,

Tú eres la balanza en la que fue pesado ese cuerpo que arrebató al infierno su presa.

Salve, oh cruz, única esperanza nuestra! En este tiempo de pasión,

aumenta la gracia en los justos y borra los crímenes de los reos.

Y a ti, Trinidad, fuente de toda salvación, que todo espíritu te alabe.

A quienes por el misterio de la cruz salvas, protégelos por siempre. Amén.

Vexilla Regis Prodeunt
Lignum Crucis
Relicario del Lignum Crucis de la Vera Cruz de Jerusalén © Concettina Kim